Portobello refinancia los gimnasios Supera con bonos por 70 millones


El término inversión se refiere al acto de aplazar el beneficio inmediato del bien invertido por la promesa de un beneficio futuro aproximadamente probable. Una inversión es una cantidad limitada de dinero que se pone a predisposición de terceros, de una compañía o bien de un conjunto de acciones, con el objetivo de que se incremente con las ganancias que produzca ese proyecto empresarial.

Por tanto, en la inversión hay una serie de elementos que la definen:

Un sujeto (Inversor)
Un activo financiero (Dinero)
La renuncia a una satisfacción inmediata
Un activo en el que se invierte
Una promesa de recompensa futura aproximadamente incierta
La inversión es financiera cuando el dinero se destina a la adquisición de activos cuyo coste depende de las rentas que se supone producirán en el futuro, como las acciones de una compañía, depósitos a plazo y los títulos de deuda.
Toda inversión implica tanto un riesgo como una ocasión. Es un riego dado a que la devolución del dinero que invertimos no está garantizada, y es una ocasión debido a que puede ocurrir que se multiplique el dinero invertido.

Cuatro variables de la inversión privada
En toda inversión hay que considerar cuatro variables distintas pero relacionadas:

El desempeño esperado, o sea, la rentabilidad que esperamos conseguir de nuestra inversión, y se suele medir como porcentaje de la cantidad invertida. Acá hay que contemplar que hay una relación directa entre el desempeño esperado y el peligro asumido: a mayor desempeño, mayor riesgo.
El peligro aceptado, o sea, la incertidumbre sobre el rendimiento y sobre la posibilidad de que no se recupere el dinero invertido. Esta es una variable muy subjetiva y que definirá el perfil del inversor, y la aversión al riesgo que muestre. Un inversor conservador tenderá a invertir en productos de bajo riesgo y, por lo tanto, de menor rentabilidad, como son los títulos de renta fija o los depósitos a plazo, aunque el interés sea menor que el que podría conseguir en títulos de renta variable u otras inversiones.
Otra variable es el horizonte temporal de la inversión, que puede ser a corto, medio y a largo plazo. Las inversiones a más largo plazo suelen ofrecer tipos de interés mayores que los plazos menores. Un ejemplo claro son las letras del tesoro frente a los bonos u obligaciones del estado.
Finalmente, un último punto que deberíamos contemplar es la liquidez de nuestra inversión; es dirección decir, con qué velocidad podemos recobrar nuestra inversión y a qué costo en el caso de necesitar recuperarla. Por ejemplo, no es lo mismo invertir en acciones de uno de los grandes bancos del país, para los que se negocian a diario en el mercado progresivo miles y miles de títulos, que hacerlo en una compañía cuyo volumen es muy bajo y, en consecuencia, desprendernos de los títulos podría llevar días, e incluso semanas.
Si nos fijamos en los elementos que forman la inversión, hay pocas diferencias entre ahorro e inversión, pero la principal se refiere al riesgo. Mientras que el ahorro lo podemos mantener en casa o en un deposito bancario, prácticamente libre de peligro, cuando decidimos invertir, aguardamos conseguir un beneficio que implica un riesgo. Además de esto, hay que tener en consideración la regla de oro ya mencionada: a mayor beneficio, mayor riegos.

Por ejemplo, no tiene el mismo peligro invertir en acciones de una compañía cotizada que hacerlo en un producto apalancado sobre acciones de la misma organización. La inversión en el segundo caso podría ser mucho menor para el mismo volumen de acciones, mas el producto apalancado tiene mucho más beneficio y asimismo mayores pérdidas asociadas. Eso sí, el riesgo asumido en el segundo caso es mucho mayor que en el primero.

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